Dos champagnes y una cerveza con packagings de edición limitada aseguran el mejor comienzo de un nuevo año.
Como James Bond
Hay varias razones para codiciar esta botella de champagne. Bollinger Millésimé 2011 es una edición limitada que se pone a la venta durante las fiestas por 180€. Su presentación festeja los 40 años de colaboración entre la prestigiosa firma de champagnes y las aventuras de James Bond en la gran pantalla.
Con la nueva película del agente 007 a punto de estrenarse (No Time To Die), estamos de doble celebración. El filme es el número 25 de la saga del superespía, de ahí que esta cifra sea el motivo principal de la decoración del envase.
La maison ha preparado un packaging espectacular para un contenido excepcional. Se trata de un recipiente de 75cl que luce una etiqueta en blanco y negro. Se presenta en un soberbio estuche de vidrio y madera, cuyo sistema de cierre es de lo más peliculero. El primero de estos champagnes exclusivos promete una experiencia emocionante para los fans, que se sentirán, por un momento, como su héroe.
El champagne de las cervezas
Miller High Life ostenta ese sobrenombre: el champagne de las cervezas. La marca cuenta con 116 años de historia y este producto se comercializó cuando la cerveza embotellada era un artículo de al alcance de pocos. Ahora, Miller ha querido volver a vestir su cerveza con una botella de vidrio de edición limitada, digna de un suntuoso champagne.

Miller High Life podría pasar por un champagne gracias a su packaging, pero en realidad es una cerveza, eso sí, de diseño.
Con este envase, la marca también busca posicionar su producto en el nicho de bebidas para fiestas señaladas, Ostentando su lema, el envase, a pesar de no contar con el típico tapón de corcho, da el pego con sus etiquetas de aire retro -prolijas en elementos visuales muy vintage- y el envoltorio dorado de su cuello. Miller High Life tiene esa cerveza que no desentona en cocktails y eventos de alto copete.
Champagnes exclusivos y visulamente atrevidos
Entre los champagnes exclusivos que no pueden faltar para asegurar un comienzo de año excepcional está Laurent Perrier Cuvée Rosé. Este vino rosado de maceración que supuso una revelación allá por 1968 aparece con un packaging tan original como acorde con las fiestas navideñas. Apuesta por el color oro rosado y el print de cebra para asombrar y conquistar.
Las rayas entrelazadas son un guiño a los aromas a frutos rojos -cereza, grosella y frambuesa- que componen su fórmula. Y confirman un envase de firma moderno, atrevido y chic, que se salta todos los convencionalismos.